Los valores familiares de Trump: ¿Están comenzándose a preocupar sus hijos por el comportamiento de su padre?

Fue un comunicado que tranquilamente parecería haber sido redactado por el mismo Donald Trump.

El pasado miércoles, en medio de una semana en la que el candidato del Partido Republicano a la presidencia entró en una espiral de caída en picado motivada en gran parte por sus ataques personales dirigidos a una ex Miss Universo y por su respuesta airada frente a las críticas negativas en referencia a su actuación en el debate con Clinton, NBC News informó que entre las personas cada vez más preocupadas por el devenir de su campaña se encuentran sus tres hijos adultos: Donald Jr., Ivanka y Eric. Katy Tur de la NBC informó que sus hijos estaban comenzando a preocuparse por el impacto adverso de la campaña sobre sus negocios familiares.

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Eric Trump, Ivanka Trump y Donald Trump Jr., hijos del candidato a presidente por el Partido Republicano Donald Trump (Fotos: Dennis Van Tine / AP, Carolyn Kaster / AP, Jonathan Ernst / Reuters).

La respuesta de Trump no tardó en llegar. Durante su gira por los estados de Illinois, Iowa y Wisconsin, el famoso hombre de negocios, encargado personalmente de supervisar la cobertura mediática de su campaña, se irritó al ver el informe mientras viajaba en el avión y citó a varios asesores anónimos que habían criticado su falta de preparación para los debates; eso dijo uno de sus asesores. A la brevedad, una portavoz hizo públicas un par de declaraciones, una en nombre de los hijos de Trump y otra en calidad de respuesta personal del propio candidato.

“Son más felices de lo que han sido nunca, como corresponde, a la vista del éxito en las encuestas y en el debate del lunes”, eso rezaba la declaración hecha en nombre de los hijos. La declaración proseguía diciendo que cualquier información en sentido contrario era “una mentira fabricada”, al tiempo que agregaba que los “negocios [de Trump] continuaban teniendo un tremendo éxito” y que sus activos “se encontraban entre los mejores del mundo”.

En respuesta personal a Tur, Trump dijo lo siguiente: “Sus fuentes, si es que existen, probablemente sean fuentes que llevan disparando contra mí hace bastante tiempo y no tienen conocimiento de causa de lo que ocurre realmente en la campaña. Es difícil que estemos descontentos cuando todo está saliendo tan bien”.

La relación con sus hijos se deteriora

A pesar de que desde la campaña se niega con rotundidad, aquellos que están dentro o cerca del círculo de Trump describen un panorama bastante alejado de cualquier idea de relación feliz entre Trump y sus hijos adultos en los últimos días. Una fuente cercana a la campaña, que pidió no ser revelada por una cuestión de respeto de la dinámica interna de funcionamiento, dijo que los hijos del candidato están “frustrados” con su padre por su falta de atención a la hora de preparar el debate y por sus dificultades para mantener la disciplina. También afirmó que el equipo de Trump no ha logrado controlar al candidato ni sus peores impulsos durante la campaña electoral, entre los que se incluyen la escalada de ataques personales contra Hillary Clinton y su empleo sin restricciones de Twitter para saldar cuentas de carácter personal.

Preguntada por esta cuestión, Hope Hicks, portavoz de Trump, negó rotundamente cualquier tipo de tensiones. “No hay nada de verdad en esto”, dijo, al tiempo que añadía que “el equipo, incluidos los hijos”, están trabajando bien juntos.

Prácticamente más cercanos a su padre que cualquier otra persona, los hijos de Trump más de una vez han ayudado a que la campaña insurgente de su padre avanzase firmemente durante el último año. Los hijos, junto con el marido de Ivanka, Jared Kushner, han asesorado a Trump sobre su estrategia a seguir y sobre movimientos clave dentro de su equipo. Entre estos movimientos se incluyen el despido de su exdirector de campaña Corey Lewandowski a principios de este año y la contratación de Kellyanne Conway como su sustituta el pasado mes de agosto. También han contribuido, quizás tanto o más que sus colaboradores más importantes, a convencer a los estadounidenses más escépticos en lo referido a su carácter y temperamento, al insistir en el hecho de que su padre es más abierto, protector y observante de la ley de lo que sus críticos atestiguan, poniéndose a ellos y a su vida como una prueba de ello. “Juzguen sus valores por los que ha inculcado a sus hijos”, esto dijo Ivanka Trump durante la presentación que hizo de su padre durante la Convención Nacional del Partido Republicano celebrada en julio.

La batalla central librada desde la perspectiva del improbable ascenso de Trump como neófito en política a candidato republicano siempre fue la lucha por salvar al candidato de sí mismo, y es por eso que se dice que sus hijos están cada vez más frustrados.

Tras un período en el que el candidato del Partido Republicano vio cómo su valoración en las encuestas mejoraba a medida que se ceñía a unas declaraciones cuidadosamente preparadas que ofrecían un mensaje más conciliador dirigido a las mujeres y las minorías, Trump ha vuelto a retomar sus viejos hábitos destructivos en los últimos días, saliéndose del guión para atacar a Clinton y a otros críticos de una forma cada vez más personal.

En un acto de campaña en Pennsylvania el sábado, el candidato se mofó del traspiés sufrido por Clinton en su vehículo durante el día de la ceremonia del 11-S del pasado mes. “Se supone que debe hacer frente a tantas cosas diferentes, y ni siquiera puede avanzar cinco metros hasta su coche”, dijo en tono burlón el candidato republicano; un cambio total respecto a su reacción inicial, en la que simplemente ofrecía sus mejores deseos para que Clinton se recuperase de su neumonía.

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Los hijos de Donald Trump: de izquierda a derecha, Donald Trump Jr., Ivanka Trump, Eric Trump y Tiffany Trump, en la Convención Nacional del Partido Republicano (Foto: Carolyn Kaster / AP).

Al mismo tiempo, Trump, que siempre ha hecho todo lo posible por desterrar cualquier atisbo de crítica, ha recurrido de nuevo a Twitter para despacharse y declarar la guerra a sus críticos. A solas con su teléfono en la madrugada del pasado viernes, el candidato lanzó una diatriba contra Alicia Machado −una ex Miss Universo que ahora ofrece su apoyo a Clinton− después de que esta hiciese pública la semana pasada unas declaraciones en las que explicaba cómo Trump, por aquel entonces a cargo del desfile de belleza, la humilló cuando ella ganó algunos kilos de peso.

El mundo, y también el círculo cercano a Trump, despertaron el viernes por la mañana y descubrieron lo que había pasado durante la madrugada. Lejos de retractarse, el candidato republicano mantuvo activa la guerra que había desatado, arremetiendo contra los “medios deshonestos” por haber usado fuentes anónimas para hablar de su campaña; y eso a pesar de que él también habla a menudo con la prensa en calidad de fuente oficiosa. Puso el punto de mira en la lista cada vez más numerosa de periódicos que instan a sus lectores a no votar por él –entre los que se incluyen el USA Today, que nunca antes se había posicionado frente a una elección−, llegando a animar a la gente a que fuese “inteligente” y cancelase sus suscripciones.

El torrente de tuits de Trump llegó a su fin cuando el candidato voló a Michigan para un día completo de actos de campaña. En lugar de tomar el Boeing 757 con el nombre de Trump, el candidato y sus ayudantes volaron en el avión de su compañero de fórmula Mike Pence, que carece de televisión y únicamente ofrece un acceso inestable a Internet. Sus ayudantes se negaron a explicar por qué Trump no voló en su avión habitual, pero al aterrizar en Grand Rapids trató de despejar un poco el turbulento clima dejado por su tormenta de tuits. “¡Para aquellos pocos que me atacan por tuitear a las tres de la mañana, al menos que sepan que estaré ahí, despierto, para responder a la llamada!”, escribió.

Recomendaciones de su círculo más cercano

Para consternación de su equipo y familiares, quienes le habían instado a centrarse exclusivamente en Clinton, Trump puso el foco sobre Machado, lo cual opacó otros mensajes que había estado mandando en los últimos días, entre los cuales había algunos que denunciaban la cálida relación de su rival demócrata con sus donantes y otros que lo presentaban a él mismo como un agente del cambio que iba a sacudir la política de Washington y que iba a traer puestos de “trabajo, trabajo, trabajo”.

Tras una incuestionable mala semana para su campaña que terminó con la filtración por parte del New York Times de sus declaraciones de impuestos en 1995 −las cuales sugieren que podría haber evadido impuestos durante años−, sus ayudantes e hijos lo han presionado para que se centre en el debate de la próxima semana en San Luis, donde se enfrentará a Clinton en un escenario similar al de una audiencia pública.

No obstante, hasta ahora, no parece que Trump esté haciendo caso de estas recomendaciones. Aunque sus ayudantes dicen que Trump pasará el domingo preparándose para el debate, hasta la fecha el candidato ha rechazado todo tipo de ayuda externa en su capacitación y no ha participado en ninguna sesión con sparrings, siguiendo exactamente el mismo criterio que antes de su primer debate.

Sí se espera que Clinton pase unos días fuera del foco mediático esta semana para preparar el debate del próximo domingo y está previsto que Trump haga campaña pública todos los días hasta llegar a su segundo cara a cara con su rival demócrata. Su periplo comienza el lunes con una gira por el oeste del país que lo llevará a Colorado, Arizona y Nevada, lo cual le dejará poco tiempo para preparar el debate.

Por su lado, Trump ha insistido públicamente en que no necesita practicar más, apoyándose en una serie de encuestas online que afirman que ganó el cara a cara con Clinton. Además, dio a entender que todavía podía atacar a Clinton en términos aún más personales sacando a relucir las indiscreciones sexuales de su marido, el expresidente Bill Clinton.

La semana pasada, Trump alardeó públicamente por su contención a la hora de evitar tocar este tema. Llegó a decir a los periodistas presentes en la sala de prensa que quería hablar sobre eso pero que había cambiado de opinión porque no quería avergonzar a la hija de la pareja, Chelsea Clinton. Sin embargo, algunas personas cercanas a la campaña han especulado con que existe otra razón por la que Trump ha esquivado el tema: y serían sus propios hijos, que estaban sentados en primera fila.

Con suficiente edad como para recordar el circo sensacionalista provocado por el divorcio de su padre y su madre Ivana, mientras el primero mantenía una aventura con Marla Maples, Ivanka y Donald Trump Jr. han hablado del dolor que sintieron en aquel momento; eso incluso condujo a Don Jr. a no hablarse con su padre durante más de un año. Aunque a principios de esta semana Eric Trump se hizo eco de su padre diciendo que había mostrado “valentía” por haber evitado los escándalos sexuales de Bill Clinton durante el debate del lunes, los hijos son en gran medida la razón de su silencio sobre este asunto.

Con la cuestión Machado y otras situaciones aún candentes, parecería que esto no es suficiente para Trump, pues ha dejado entrever de forma provocadora que el amable y apacible candidato de las últimas semanas ha puesto la directa en la recta final de la campaña.

Trump ha dado a entender que el debate será más encarnizado en las próximas semanas. Dijo al New York Times que iba a arremeter contra Clinton con mayor virulencia de lo que lo ha hecho nunca. “Ella es repugnante, pero yo puedo ser más repugnante de lo que ella jamás podría ser”, dijo.

Holly Bailey

Periodista de asuntos nacionales (Estados Unidos)