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Lo que el lenguaje corporal de Donald Trump revela sobre su personalidad

Una vez que han tenido lugar los tres debates entre los candidatos Hillary Clinton y Donald Trump, con lo que la campaña por la presidencia de Estados Unidos entró en su recta final, muchos consideran que en los momentos más punzantes de esos encuentros se pudo apreciar peculiaridades destacadas de la personalidad y capacidad de los contendientes, factores que podrían ser de peso entre los ciudadanos a la hora de decidir por quién votar.

Y ese factor sería especialmente crítico para un Trump sumido en escándalos recientes y pasados, considerablemente rezagado en los sondeos de intención de voto y urgido de pasar a la ofensiva contra la demócrata.

The Conversation hizo un análisis sobre el extraño lenguaje corporal del magnate que pone luz en sus actitudes y expresiones.

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Algunas actitudes de Trump en el segundo debate han sido consideradas agresivas, como el caminar en torno a Clinton y colocarse tras de ella. (Reuters)

Por ejemplo, además de los gestos faciales curiosos y las respiraciones que ya se habían registrado en el primer encuentro, en el segundo Trump caminó alrededor de Clinton mientras ella hablaba, como acechándola, y se colocó detrás de la candidata en varias ocasiones, reduciendo el espacio corporal entre ambos en lo que comentaristas consideraron un intento de sacarla de sus casillas, de meterle nervios y provocarle molestia.

Clinton no reaccionó ante ello y por ende el lenguaje corporal de Trump en ese caso no tuvo una consecuencia relevante, salvo mostrarlo dispuesto a presionar, a tratar de dominar físicamente. Un comportamiento de ‘bully’, de acuerdo a The Conversation.

Y no deja de ser, al menos, curioso que justo cuando a Trump le estallaba el escándalo de sus afirmaciones lascivas contra las mujeres, en las que incluso condonaba la agresión sexual, algunas de sus más notorias expresiones corporales en el segundo debate fueran esos giros en torno a Clinton.

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Parte del atractivo de Trump para muchos de sus seguidores es su uso del lenguaje corporal para proyectar fuerza o cercanía. (Getty Images)

El tercer debate, por su formato pero también porque Trump se vio, al menos al principio, más mesurado, no tuvo una floración de ejemplos de expresión corporal inusual, aunque sí mostró varias de las formas usuales con las que Trump utiliza su cuerpo para proyectar ideas o sentimientos.

Como se comenta en The Conversation, el magnate es abundante en gestos faciales, realiza movimientos de manos con las palmas abiertas y de brazos estirados hacia el público para conectar mejor con su audiencia y usa una combinación de dedo pulgar e índice para dar énfasis a sus afirmaciones.

Pero en el segundo debate también se le vio con súbitas respiraciones (que en el primer encuentro él achacó a un micrófono defectuoso), lo que algunos han atribuido a tensión o nerviosismo. Otros, como se menciona en Forbes al citar estudios de la socióloga Lisa Flower, interpretan esas respiraciones súbitas y breves como transiciones entre declaraciones de tono profesional y de tono personal o emocional.

En el tercer debate esas respiraciones estuvieron por lo general ausentes, si bien Trump volvió a su táctica de interrumpir o lanzar comentarios al vuelo para irrumpir en el discurso de su rival y mostró continuamente expresiones faciales de rechazo, molestia o ataque ante lo dicho por Clinton (quien también tiene lo suyo, aunque en modo diferente al magnate). El uso de las manos y los dedos para señalar y enfatizar continuó siendo una práctica constante del magnate, efectiva en ocasiones para evidenciar fallas de Clinton.

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El tercer debate mostró a un Trump más controlado pero recurrió a varias de sus prácticas efectivas de expresión corporal. (AP)

Sea como sea, las caminatas de Trump en torno a Clinton y sus “respiraciones emocionales” pasarán a los anales de los debates presidenciales como algunas de las acciones más singulares y extrañas de los candidatos participantes. Y el repertorio tuvo, en el tercer debate, nuevas reiteraciones e innovaciones en el plano retórico. Sus dichos sobre los “bad hombres” al referirse a indocumentados criminales o el epíteto de “mujer desagradable (nasty woman)” que le espetó a Clinton hacia el final del tercer encuentro fueron también ejemplos de contragolpeteo, de actitud ‘bully’.

Y qué decir de su negativa a aceptar el resultado electoral si no le es favorable, quizá el traspié más devastador que cometió en el tercer debate.

¿Tendrán, a pocos días de las elecciones, estas expresiones y arrebatos un beneficio para el magnate o son ejemplos en los que su agresividad le rebotó y estalló encima? Habrá que esperar el resultado del 8 de noviembre para definirlo pero las tendencias no le son auspiciosas a Trump.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro