La tendencia negativa de Trump en los sondeos se ahonda, pero un triunfo de Clinton aún no está decidido

Las encuestas y pronósticos electorales no indican de modo absoluto lo que sucederá el día de las elecciones, pero indudablemente muestran tendencias, posibilidades, atisbos de lo que podría suceder con un grado creciente de certidumbre conforme se acerque el momento de votar. No son definitivas, con frecuencia cambian y en ocasiones yerran. Pero son uno de los principales indicadores de la intención de voto y del sentir de los ciudadanos ante quienes aspiran a un cargo electo y, también, en ocasiones sirven de catalizador o freno a actitudes que reaccionan ante el peso factual o propagandístico de sus resultados.

Así, las encuestas actuales dan a Hillary Clinton una ventaja significativa sobre Donald Trump en la contienda por la Presidencia de Estados Unidos, una diferencia que se ha ahondado tras la Convención Demócrata luego de que Trump, después de ser nominado en la Convención Republicana, acortó y en algunos casos revirtió las posiciones.

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Hillary Clinton ha consolidado su ventaja sobre Donald Trump en encuestas y pronósticos, tanto a escala nacional como en estados clave. (The Fiscal Times)

Hasta el momento, Clinton va adelante con un margen significativo y creciente: con 47.4% de la intención de voto está arriba por 7.7 puntos en el promedio de encuestas nacionales de RealClearPolitics, tiene un 76.6% de probabilidades de ganar la Presidencia (contra un 23.4%) de Trump en el pronóstico de FiveThirtyEight y un 86% en el de The Upshot de The New York Times.

Y, quizá más importante, Clinton aventaja a Trump en el promedio de las encuestas en estados indecisos clave como Pennsylvania, Virginia, New Hampshire, Ohio, Colorado y Nevada y, también, con un margen reducido está arriba en Florida y Carolina del Norte. Y el hecho de que Clinton lidere por poco en Georgia y que Trump saque solo unas décimas de punto más que ella en Arizona, ambos estados que han sido considerados como firmes republicanos, completa el panorama del rezago de Trump.

Con todo, aunque actualmente no son auspiciosos, eso no significa que el magnate no pueda ganar las elecciones del 8 de noviembre y tampoco que las cifras de las encuestas estén ya escritas en piedra de aquí al día de la votación.

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Aunque atrás en los sondeos, Donald Trump cuenta con millones de seguidores persistentes y fieles. (AP)

Por ejemplo, en el proceso electoral de 2004 el demócrata John Kerry aventajó en casi todas las encuestas levantadas a principios de agosto al presidente George W. Bush, y a la postre el republicano ganó la reelección. En agosto de 1988, el demócrata Michael Dukakis aventajaba a George Bush Sr, y un mes después el panorama se revirtió y el republicano ganó la Presidencia. Y, en el caso quizá extremo, el republicano Thomas Dewey estuvo adelante del presidente Harry Truman durante prácticamente todo 1948, pero en noviembre el demócrata ganó la reelección.

¿Es entonces la actual desventaja de Trump una situación transitoria que puede revertirse o, como sucedió con las encuestas de las elecciones que ganó Dwight Eisenhower en 1952 y 1956, Lyndon Johnson en 1968, Richard Nixon en 1972, Jimmy Carter en 1976, Ronald Reagan en 1984, Bill Clinton en 1992 y 1996 o Barack Obama en 2008 y 2012, cuando el candidato triunfador mantuvo gran parte del año una ventaja en la mayoría de los sondeos, se trata de una tendencia firme a favor de Hillary?

FiveThirtyEight, por ejemplo, indica que, simplemente, las encuestas muestran que la posición de Trump le es desfavorable y rechaza que éstas estén siendo distorsionadas en beneficio de la causa demócrata. Y, como señala Vox, algunos concluyen que la actual ventaja de Clinton podría operar como una suerte de bola de nieve, haciendo que los apoyos que tiene Trump se vayan diluyendo más y más hasta volver su derrota algo inevitable.

Hay múltiples interpretaciones y lo cierto es que, pese a los números que la ponen adelante, la ventaja de Clinton en las encuestas y la sangría de personalidades republicanas que se alejan de Trump no significan unívocamente que Hillary vaya a derrotar al magnate en la elección.

Solo que hoy las probabilidades le favorecen, lo que no es poca cosa, pero no es un indicador de que la contienda esté ya ganada de antemano. Por el contrario, Trump aún tiene posibilidades y muchas cosas pueden suceder de aquí a noviembre (sobre todo si el magnate deja de autoinflingirse heridas por su incontinencia declarativa y sus enconos).

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La ventaja de Hillary Clinton sobre Donald Trump en las encuestas no debe conducir a complacencia, han alertado en la campaña demócrata. (AP)

Por ello, como comenta Politico, en el bando demócrata han surgido voces que alertan sobre el riesgo de caer en la complacencia, de suponer que la Casa Blanca será para Clinton y, por ello, de relajar el paso y darle aire a Trump para regresar.

Y eso no es para nada descartable si se considera que Clinton flaquea tanto como Trump en el aspecto clave de la confiabilidad de cara al público y que lastres como el escándalo de sus emails la siguen persiguiendo y podrían escalar.

En contrapartida, los alegatos de Trump que sugieren que la elección podría ser alterada y las afirmaciones de que las encuestas están en su mayoría distorsionadas a favor de los demócratas parecen alinearse con la necesidad de deslegitimar los datos y los escenarios de una derrota del magnate, aunque en realidad ninguna de esas afirmaciones tenga sustento suficiente o creíble.

Los votos aún hay que ganarlos y el de 2016 ha sido un proceso que ha desafiado antecedentes y pronósticos. Por ello, la elección presidencial sigue abierta y lanzar fanfarrias o declarar desahucios resulta eminentemente prematuro.

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