La ‘suavización’ de Trump ante afroamericanos e hispanos revela su debilidad ante anglos moderados e independientes

El candidato republicano Donald Trump ha tenido recientemente ciertos gestos que, se afirma desde su campaña, buscan acercarlo a los votantes afroamericanos y latinos con promesas de que él es el adecuado para resolver sus problemas: crear empleos o frenar la violencia en sus comunidades.

Para convencerlos de que voten por él, Trump incluso preguntó a los afroamericanos qué era lo que “tenían que perder” y les pidió su sufragio, mientras que ante los hispanos parece estarse apartando de su propuesta de deportación masiva de indocumentados que fue ofensiva para los latinos pero le dio buenos dividendos en la contienda primaria republicana.

En realidad, quien parece que está perdiendo de cara a la elección general del 8 de noviembre es el propio Trump. Por más que en su discurso y en el de sus promotores se trate de hacer su candidatura tolerable ante las dos mayores minorías de Estados Unidos, resulta poco probable que los votantes afroamericanos e hispanos, constantemente agraviados por los desplantes y promesas de Trump desde junio de 2015 a la fecha, se vuelquen en números relevantes, ni siquiera modestos, en apoyo del magnate.

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Donald Trump ha tratado de acercarse a los afroamericanos, pero sus desplantes han apartado a esos votantes del magnate de modo sustancial. (AP)

Cierta cantidad lo hará, pero por lo que indican las encuestas será presumiblemente en números marginales. Por ejemplo, de acuerdo a The Hill en estudios recientes Trump cuenta con el respaldo del 2% de los afroamericanos (Clinton tiene el 86%), mientras que hace algunas semanas The Wall Street Journal señaló que el 82% de los votantes hispanos encuestados tiene una opinión desfavorable de Trump y apenas el 14% dijo que votará por él (76% dijo que lo hará por Clinton).

Así, unas frases de apertura a los afroamericanos dichas en mítines llenos mayoritariamente de personas blancas y una confusa relajación de su tono contra los indocumentados no bastarán para modificar ese balance de modo relevante.

Y hay quien considera que la suerte de Trump con esos grupos ya está echada y que incluso el propio magnate lo sabe, o debería saberlo.

La razón de los intentos de Trump por acercarse a esas minorías que tanto desdeñó no sería, así, congraciarse con ellas o conquistar sus votos a gran escala, objetivos que lucen ingenuos e inalcanzables en las condiciones y con los mensajes actuales.

En realidad el objetivo sería tratar de lavar la imagen de intolerante, racista y xenófobo que pesa sobre Trump para mitigar el rechazo que, por lo que se ha visto en las encuestas, estaría padeciendo entre votantes blancos republicanos, conservadores e independientes moderados sin los cuales no tiene opciones de ganar la Presidencia.

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Trump tiene apoyo entre los latinos pero a escala general es sustancialmente menor que el que han tenido los candidatos republicanos por décadas. (EFE)

Y quizá justo para no erosionar su apoyo entre la ultraderecha (donde tiene su bastión) es que no ha sido claro sobre cuál sería su ‘nueva’ estrategia ante los indocumentados, dejando deslizar ambiguamente la idea de que no habría deportaciones en masa, o que no sería diferente a lo hecho en las presidencias de George W. Bush y Barack Obama (candentes en el tema de las deportaciones), pero sin comprometerse a algo que haga sentir a su núcleo duro que ha abandonado las posiciones con las que los cortejó en la primaria.

Trump querría, así, acicalarse para tratar de atraer a ese voto republicano moderado, conservador puro e independiente, sobre todo de los anglos más educados y de nivel económico medio y alto.

De acuerdo a una reciente encuesta de Gallup, sólo el 46% de los republicanos está satisfecho con tener a Trump como su candidato mientras que 52% habría preferido otro candidato. Clinton no está precisamente en suelo muy firme tampoco, con el 56% de los demócratas satisfechos con tenerla como su candidata pero 42% prefiriendo a alguien más.

Pero pese a la flaqueza de Clinton (que se ha evidenciado nuevamente en el continuo reavivamiento de las críticas y ataques por el uso de un servidor privado de email durante su etapa como Secretaria de Estado), es Trump quien está en posición de mayor debilidad.

Su necesidad es, al parecer, acuciante: de acuerdo a FiveThirtyEight, estados que en elecciones anteriores eran triunfos republicanos firmes hoy se han vuelto competitivos por la debilidad de la candidatura de Trump, una flaqueza que podría deberse en parte a su falta de conexión con esos votantes de derecha moderada y de centro que no aceptan sus extremismos e intolerancias.

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Los votantes más entusiastas de Trump lo seguirán hasta el final, pero no sería el caso de muchos anglos republicanos moderados e independientes. (AP)

El pronóstico de ese mismo sitio coloca hoy a Clinton con 84.9% de ganar la Presidencia, y RealClearPolitics da a Clinton el triunfo con un margen tal que incluso si Trump ganara Florida, Ohio y Carolina del Norte no le alcanzaría para ganar la elección. Y el hecho de que estados como Arizona, Georgia o Missouri sean ya considerados como competitivos es un indicador de la falta de arrastre que enfrenta Trump.

Así, la campaña del magnate buscaría endulzar su imagen de cara a los anglos republicanos moderados y ante los independientes para tratar de evitar un desfonde y aspirar, en caso de que Clinton sea impactada por nuevas revelaciones escandalosas (miles de emails serán revelados próximamente, posiblemente con contenidos embarazosos), a nivelar el terreno de cara a los presumiblemente decisivos debates presidenciales de septiembre y octubre.

Habrá que ver qué sucede pero, por lo pronto, los coqueteos de Trump hacia afroamericanos e hispanos no resultan convincentes, incluso equívocos y poco sinceros, máxime cuando, por lo que se trasluce de los datos de las encuestas, a quien a Trump realmente le urge convencer es a un electorado que en el pasado se inclinó por los candidatos republicanos pero hoy podría darle la espalda.

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