La carta de George Bush Sr. a Bill Clinton que le da una lección de civismo a Donald Trump

Mientras Donald Trump sacude la institucionalidad democrática estadounidense al afirmar que la elección está siendo torcida en su contra (sin aportar pruebas de ello) y se niega a comprometerse a reconocer el resultado de la votación (salvo si gana, lo que es ya improbable), las redes sociales han quedado cautivadas por una muestra de civilidad política acontecida hace casi un cuarto de siglo.

Se trata de una carta, fechada el 20 de enero de 1993, el día en que comenzó el gobierno del presidente Bill Clinton, en el que su antecesor, George Bush padre, le expresa al nuevo mandatario sus sentimientos y felicitaciones en el momento en que empezó su mandato, y finalizó el de él.

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Bill Clinton y su antecesor en la Casa Blanca, George Bush Sr. (m6info)

El documento, escrito a mano por Bush en papel oficial de la Casa Blanca (y divulgado en Twitter hace unos meses por Hillary Clinton), muestra a un presidente saliente sincero y confiado, compartiendo sencillas anécdotas y buenos deseos con el hombre que lo derrotó electoralmente tras una campaña fiera y que, en ocasiones, cruzó la raya del ataque personal.

“Querido Bill.

Cuando entré a esta oficina justo ahora, sentí la misma sensación de maravilla y respeto que sentí hace cuatro años. Sé que sentirás eso también.

Deseo que tengas mucha felicidad aquí. Yo nunca sentí la soledad que algunos presidentes han descrito.

Habrá momentos muy duros, vueltos aún más difíciles por críticas que podrías considerar injustas. No soy muy bueno dando consejos, pero no dejes que los críticos te desmotiven o te empujen fuera de curso.

Tú serás nuestro presidente cuando leas esta nota. Te deseo lo mejor y deseo lo mejor para tu familia.

Tu éxito es ahora el éxito de nuestro país. Tienes mi fuerte apoyo.

Buena suerte,

George”

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La carta que George Bush Sr. le escribió a Bill Clinton el día en que le entregó la Presidencia de Estados Unidos.

Sorprende imaginar que, probablemente, escribir esa nota fue la última acción de Bush antes de dejar la Casa Blanca para acudir a la toma de posesión de Clinton, su sucesor y rival político. Hoy, aunque las circunstancias son distintas, la áspera y agresiva pugna entre quienes compiten por la presidencia tiene palabras mucho más rudas y ofensivas, que van desde el calificativo de “peligroso” que Hillary ha dicho de Trump hasta el epíteto de “mujer asquerosa” que el magnate le reviró a su adversaria en el tercer debate.

Y eso que la campaña electoral de 1992 no fue un camino de rosas.

Bill Clinton, por ejemplo, fue fuertemente acusado por Bush y su campaña con alegaciones de que evadió servir en las fuerzas armadas durante la Guerra de Vietnam, que consumió marihuana y que se habría reunido en su juventud con comunistas en Rusia.

Además, Clinton enfrentó acusaciones de que le fue infiel a su esposa Hillary en un affair con la modelo Gennifer Flowers. Y del lado demócrata, por ejemplo, se hizo escarnio del presidente Bush con el personaje “Chicken George”, al sugerir que fue cobarde (”gallina”) por mostrarse inicialmente renuente a participar en un debate con Clinton, y se acuñó la frase “The economy, stupid”, que aludía a un fracaso del gobierno de Bush en materia económica.

Todo eso, y el golpe de la derrota, al final no fueron impedimento para que Bush reconociera el triunfo de Clinton y se despidiera de su presidencia con la carta ya mencionada.

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Clinton y Bush se enfrentaron en una fiera campaña por la Presidencia en 1992, pero al final la transición se dio con espíritu cívico. (Mashable)

Hoy, en contrapartida, Trump amenaza con deslegitimar el proceso democrático al no mostrarse inequívocamente dispuesto a aceptar una eventual derrota. Ciertamente tiene derecho a interponer recursos legales en el hipotético caso de que se den reales irregularidades que pongan en entredicho la elección, pero estigmatizar el proceso antes de que la votación se realice y sin pruebas que confirmen sus alegatos de fraude lo muestran egoísta, resentido y falto de magnanimidad y sentido democrático.

La carta de Bush a Clinton de 1993 está en las antípodas de esas actitudes de Trump y es un ejemplo de civilidad democrática y de una forma honrosa de encarar la derrota.

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