Ivanka Trump, la zarina de la Casa Blanca

Esta semana Donald Trump decidió dar a conocer un ambicioso y costoso proyecto para ayudar a los padres trabajadores a criar a sus hijos, un programa que ha llamado la atención por varios motivos.

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Ivanka Trump en un evento de campaña en Aston, Pensilvania, el martes pasado. (Foto: Mike Segar/Reuters)

En primer lugar, da la impresión de que Trump quiere resurgir de golpe con este proyecto, como si después de haber pasado varios meses rechazando a los padres estadounidenses con sus críticas a las mujeres y los discapacitados, pensara que puede hacer borrón y cuenta nueva con un crédito fiscal.

En segundo lugar, este proyecto muestra una vez más que el candidato que elogió la Planificación Familiar en el debate republicano solo mantiene una débil conexión ideológica con el partido que lo ha acogido. No obstante, si dejamos a un lado toda la algarabía que ha generado con su resentimiento racial, en realidad Trump parece ser tan conservador como Cher.

Sin embargo, creo que lo más interesante de la incursión de Trump en la política social es el rol protagónico que ha jugado su hija de 34 años, Ivanka. Según Trump, ella fue su fuente de inspiración para el proyecto y también le ayudó a diseñarlo, de hecho, habló junto a su padre durante la presentación en Pensilvania.

Según mis antiguos colegas del New York Times, Ivanka aseguró que una de sus prioridades después de que su padre asuma el cargo sería aplicar ese proyecto. Por tanto, Mike Pence debe estar preguntándose qué parte del programa ella piensa compartir con él.

A estas alturas deberíamos tener claro que tanto Ivanka como los otros hijos de Trump solo ven la presidencia de Estados Unidos como un negocio familiar más, al igual que los concursos de belleza. Así que ese temblor que sentimos en el Atlántico Medio no es un terremoto pequeño.

Thomas Jefferson se retorcería en su tumba.

Ivanka Trump, a la derecha, observa a su padre Donald Trump mientras éste pronuncia un discurso el martes 13 de septiembre de 2016 en Aston, Pennsylvania. (AP Foto/Evan Vucci)

Antes de hablar de los Padres Fundadores, recordemos la historia más reciente. Los hijos de los candidatos presidenciales, desde George W. Bush hasta los hijos de Romney y ahora Chelsea Clinton, a menudo han desempeñado papeles secundarios como estrategas o sustitutos. No es nada nuevo.

En algunos casos, los familiares han asumido cargos en el gobierno. Robert Kennedy, por ejemplo, fue fiscal general y el principal confidente de su hermano, lo cual motivó al Congreso en 1967 a aprobar una ley contra el nepotismo que evita que los familiares puedan acceder a cargos del gabinete.

Cuando Bill Clinton se presentó en 1992 le dijo a sus votantes que obtendrían “dos por el precio de uno” y honró esa promesa entregándole la tarea de la reforma de la salud a Hillary, una decisión que enfureció a los republicanos. Y como escribí en mayo, por extraño que parezca, Hillary se ha comprometido a dejar en manos de Bill la responsabilidad de la expansión económica.

Sin embargo, en estos casos hablamos del rol singular que ha desempeñado un hermano o un cónyuge. Además, se trataba de presidentes que habían estado el tiempo suficiente en la política como para formar una camarilla de asesores cercanos y cualificados.

Sin asesores políticos

Sin embargo, Trump no tiene asesores políticos, lo que explica por qué ha tenido tres asesores de campaña este año. Según tengo entendido, no tiene mucho más que hijos y lacayos.

El mes pasado, dos gigantes del periodismo, Tom Friedman del New York Times y Bob Woodward del Washington Post, se enzarzaron en un debate de caballeros sobre los hijos de Trump. Friedman escribió que deberían avergonzarse de la campaña explotadora y populista de su padre. Woodward acusó a Friedman de violar la “privacidad” que se le suele ofrecer a las familias de los nominados.

Probablemente no hay nadie que defienda más la vida privada de los políticos que yo, pero en este caso Woodward estaba aplicando las viejas reglas a un juego nuevo, y cometió una gran equivocación.

Cualquier persona que haya presenciado la lúgubre elegía estadounidense en la que se convirtió la convención republicana de este año, debería haber comprendido que los hijos de Trump no forman parte de una familia tradicional: son la plataforma de su candidatura.

Ivanka Trump (Photo by Mark Makela/Getty Images)

El partido por la familia

En esa convención quedó claro que Trump ha apartado de forma muy eficaz al Partido Republicano, cuyos líderes se han mantenido al margen en los eventos, y lo ha reemplazado con su marca familiar. Los discursos de mayor audiencia, que antes eran protagonizados por las personalidades en ascenso del partido, en esta ocasión estuvieron a cargo de Ivanka, Donald Jr., Eric y Tiffany.

La campaña de Trump es lo más parecido a un reality show que hemos visto en la política presidencial, aunque no sería como el “The Apprentice” sino más bien como “The Osbournes” o “Las Kardashians”. Sería un error pensar que los hijos de Trump no van a dominar el círculo interno de la Casa Blanca, al igual que lo han hecho en la Trump Tower.

No he conocido a Ivanka Trump. No me sorprendería que fuera una persona emprendedora y una madre excelente. Los hijos de otros neoyorquinos poderosos y ricos, incluida Chelsea Clinton, piensan que es genial, así que quizá lo sea.

No obstante, lo que podemos leer en su página de Wikipedia desvela que es modelo y diseñadora de joyas y zapatos y que trabajó durante “muy poco tiempo” para alguien antes de formar parte de la empresa de su padre, en la que se las ingenió para abrirse camino hasta uno de los puestos más altos de la compañía en un tiempo récord.

Participó en el espectáculo de su padre, “The Apprentice”, y estuvo a cargo del concurso de belleza Miss Adolescente Estados Unidos, que también dirige Trump. Además, hizo una breve aparición en “Gossip Girl”.

Sin experiencia política

Sin embargo, parece que ha pasado por alto el sector del gobierno y la política pública. No ha incursionado en esta área.

Entonces, ¿por qué debería tranquilizarnos saber que una de las prioridades de Ivanka es construir guarderías económicas? ¿Por qué deberían interesarnos sus prioridades?¿Qué la capacita exactamente para ejercer en la política? ¿Qué sabe sobre el Congreso o la gran burocracia federal?

Una cosa es decir que los hijos de Trump le ayudan a proyectar una imagen más humana y amable, y otra completamente diferente es creer que puedan gobernar el país.

Por tanto, me remito de nuevo a Jefferson ya que, más que a cualquier otro Padre Fundador, le preocupaba la monarquía y la idea de que al adoptar un gobierno federal podríamos volver inevitablemente al antiguo gobierno hereditario. Durante más de 200 años de expansión del dominio federal, hemos desafiado sus peores temores.

Sin embargo, aquí estamos, casi ocho años después del segundo mandato de Bush, teniendo que elegir entre la esposa de un ex presidente y un hombre del espectáculo con visión empresarial que piensa confiarle el ala oeste a sus hijos.

La primera candidata hace que dudemos de la salud de nuestra democracia a largo plazo. El último nos debería asustar.

¿Permitirá que Ivanka Trump se postule para un cargo si cree que puede gobernar? Ella podría ser una gran candidata y tal vez incluso una buena senadora o gobernadora.

Hasta ese momento, tanto ella como sus hermanos deberían seguir enfocados en la gestión de los hoteles y los concursos.

Matt Bai

Columnista de Política Nacional