¿Es Utah el nuevo estado competitivo por el rechazo mormón a Trump?

Utah es singular dentro del en sí variado panorama estadounidense. Sede de la Iglesia Mormona (oficialmente Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días), la mayoría de la población de Utah profesa esa religión y es de tendencia conservadora. Y desde la elección presidencial de 1952, siempre ha sido un estado de mayoría republicana, salvo en 1964, cuando el candidato republicano fue el conservador Barry Goldwater.

Pero en el proceso político de 2016 se ha dado un cambio: los votantes en Utah se han opuesto al actual candidato republicano Donald Trump en grandes proporciones, al grado de que algunos comienzan a considerar a Utah como un inesperado estado indeciso en la contienda entre ese magnate y la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton.

Un primer indicador del rechazo a Trump en Utah es el resultado de la pasada elección primaria. Allí, el pasado 22 de marzo, bajo el modelo de caucus (asambleas) Trump fue barrido por Ted Cruz, que ganó el 69.2% de los votos. Trump incluso cayó al tercer lugar con 14%, pues John Kasich lo superó con 16.8%.

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Camisetas como ésta se han visto en Utah en manifestaciones realizadas en el contexto de las presentes elecciones presidenciales, (AP)

Otros datos clave se dan en las encuestas de intención de voto en la elección general del 8 de noviembre. Una muy reciente, de la firma Ipsos, da a Trump 35% de los votos y a Clinton el 34%, lo que indicaría una contienda candente. Y otras dos encuestas, de Survey Monkey y Public Policy Polling, muestran a Trump con 34% y 39%, respectivamente, delante de Clinton (27% y 24%) pero con el candidato del Partido Libertario Gary Johnson en fuerte posición con el 23% y el 12%.

Con todo, los pronósticos que siguen y ponderan múltiples encuestas colocan a Trump con mayor probabilidad de victoria en Utah (que aporta 6 votos al colegio electoral): FiveThirtyEight da a Trump 93.8% de posibilidades de triunfo en ese estado y The Upshot de The New York Times las ubica en 97%. Además, FiveThirtyEight señala que, hasta el momento, su proyección del voto en Utah es de 48.2% para Trump, 35.8% para Clinton y 14.1% para Johnson.

¿Por qué entonces, con Trump arriba en encuestas y pronósticos, se habla de que Utah sería un estado competitivo, incluso en posibilidad de volverse demócrata?

En 2012, el candidato republicano Mitt Romney, de religión mormona y uno de los líderes nacionales de su iglesia, derrotó al presidente Obama en Utah con el 72.8% de los votos en el estado, el mayor margen desde que Ronald Reagan ganó allí en 1984. Y al menos desde 2000 el voto por los candidatos presidenciales republicanos en Utah no ha bajado del 62.6%. En ese contexto, que Trump tenga 48.2%, como indica el pronóstico de FiveThirtyEight, representa una caída profunda en el respaldo al candidato del Partido Republicano en Utah, y qué decir de las encuestas que dejan a Trump por debajo del 39%.

Pero números en las encuestas no es lo mismo que el conteo de votos, y habrá que esperar a la elección para conocer el grado de apoyo o rechazo que Trump encara en Utah.

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Mitt Romney, excandidato presidencial republicano, ha atacado severamente a Donald Trump en la presente contienda por la Casa Blanca. (AP)

Con todo, las voces que sugieren que Utah podría pasar del rojo al azul, de votar mayoritariamente por el candidato presidencial republicano a hacerlo por la demócrata, han subido de volumen en fechas recientes. En The Atlantic, por ejemplo, se relatan las diversas circunstancias por las que muchos mormones se oponen a Trump y se cita una columna en el periódico Deseret News, vinculado a la Iglesia Mormona, que condena posiciones y actitudes del magnate. Y Romney se lanzó con todo contra Trump, a quien consideró un fraude.

Pero también se señala que el rechazo a Trump que existe en Utah e incluso las iniciativas que grupos demócratas en el estado han estado realizando para atraerse votantes no serían suficientes para que Clinton gane el estado.

Por otro lado, es de destacar que el único republicano que optó por lanzarse como independiente en la contienda presidencial es un mormón de Utah, Evan McMullin, quien fue funcionario de la CIA y director de política de la bancada republicana en la Cámara de Representantes.

Y aunque no está claro qué tantos votos podrá obtener, McMullin aspira ciertamente a ser un factor en Utah. Si a eso se suma la buena posición que Johnson ha logrado en ese estado, hay quien considera que si el voto llegara a fragmentarse aún más cabría la posibilidad de que ni Trump ni Clinton obtuviesen la victoria y los delegados de Utah fueran, así fuese de modo testimonial, a otro candidato.

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Trump estaría en Utah por debajo del apoyo que otros candidatos presidenciales republicanos han recibido, pero aún así ganaría allí. (AP)

En una elección en la que los dos principales aspirantes a la Casa Blanca encaran honda desconfianza ciudadana, muchos en Utah aspiran a que los votantes en ese estado sean, al menos, un símbolo de independencia ante los dos grandes partidos políticos estadounidenses.

Pero otros no se hacen ilusiones y, en el realismo político, se afirma que presumiblemente tanto la campaña de Clinton como la de Trump al final no dedicarán recursos significativos a tratar de conquistar el voto en Utah, sobre todo porque resulta poco probable que el estado vaya a volverse azul y porque aunque se dé un corrimiento de votantes hacia Clinton u otro candidato no sería lo suficientemente grande para evitar que Trump se quede con los votos electorales del el estado.

Así, por lo pronto el futuro de Utah parece que seguirá de color rojo, aunque haya voces que hablan de tonos morados y hasta azules.

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