Crecen sospechas sobre la salud de Hillary Clinton por su poca visibilidad en público

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La candidata demócrata en White Plains, New York, el pasado 6 de octubre. (AFP)

Pablo Scarpellini. Los Angeles - @pscarpe

La salud de Hillary es asunto de debate nacional desde hace semanas y un arma arrojadiza por parte de un Donald Trump tratando de arañar votos para tener opciones de triunfo de cara a los comicios de noviembre.

El desplome de la candidata del partido demócrata hace unas semanas en Nueva York, cuando participaba en un evento en conmemoración de la víctimas del 11 de Septiembre, hizo saltar todas las alarmas, poniendo en tela de juicio su capacidad para ejercer su mandato en condiciones.

Desde ese vídeo, filtrado al mundo por un ciudadano anónimo que captó el momento en que Clinton era sujetada por dos agentes de su servicio de seguridad, la especulación ha sido rampante.

Se ha hablado mucho de Parkinson —especialmente en los medios afines a la causa republicana— por su ligero movimiento de cabeza durante actos de campaña, refrendado además por un presunto documento de Wikileaks que asegura que la entonces Secretaria de Estado le pidió a su personal de confianza que hicieran un estudio sobre Provigil, un fármaco de uso para pacientes de Parkinson, Alzheimer y esclerosis múltiple.

Después está la agenda de la mujer de Bill Clinton. El hecho de haber bajado la cantidad de eventos de campaña tras el primer debate presidencial ha alimentado aún más los rumores sobre su salud.

¿Por qué no se deja ver más si estamos en plena campaña y las encuestas a nivel nacional aún no le dan, ni mucho menos, como la clara favorita? La explicación parece ser esa enfermedad que algunos creen que no quiere reconocer y que la está limitando en un momento clave.

Pese a las acusaciones en contra, las encuestas no parecen reflejar esa preocupación de manera apabullante. Lo último al respecto de su condición proviene de un estudio de new Economist/YouGov polling, que asegura que Clinton ha subido 7 puntos en unas semanas. Ahora son muchos más, un 52%, los que creen que está en condiciones físicas de asumir la presidencia.`’

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Hillary Clinton salud a sus seguidores fuera del hotel y casino Taj Mahal de Donald Trump en Atlantic City, N.J., el 10 de octubre. (AP)

Salud de Trump

Su rival en la carrera hacia la Casa Blanca se ha apresurado a manifestar que el estado de salud de Clinton es, cuando menos cuestionable, y ha hecho público un informe de su médico personal, Harold Bornstein, en el que viene a decir que disfruta de una salud a prueba de bomba y que, de ser elegido, sería, a sus 70 años, el presidente más saludable de la historia del país.

Clinton aprovechó la coyuntura para contestar con su propio informe médico, proveniente de Lisa Bardack, médico personal de la candidata. Según ese parte, Clinton había recibido, días antes, un tratamiento médico al presentar síntomas de neumonía y un golpe de calor y, como consecuencia, una ligera deshidratación, que fueron la causa de su momentáneo mareo al asistir al evento en New York.

Es parte de un historial médico complejo para la ex primera dama de 68 años. Se sabe que en 2012 sufrió un episodio de conmoción cerebral que le provocó un coágulo de sangre en la cabeza y visión doble, cuando era secretaria de estado con el presidente Obama, y que esos síntomas se resolvieron en dos meses. Igualmente se detalla que ha sufrido alergias estacionales durante casi toda su vida y que habitualmente consume un medicamento para combatir su hipertiroidismo.

Expedientes ocultos

Eso al menos que se sepa. La tradición de ocultar parte del expediente médico en candidatos y presidentes es larga. Franklin Delano Roosevelt se las arregló para no revelar sus problemas coronarios en 1944, en plena campaña en pos de su cuarto mandato. Falleció tres meses después de comenzar ese nuevo periodo presidencial, en abril de 1945.

También John F. Kennedy, que sufría permanentes problemas de espalda, negó reiteradamente padecer la enfermedad de Addison, un grave desorden de la glándula suprarrenal. Y Ronald Reagan, que había padecido un cáncer del que logró curarse, escondió esa información durante mucho tiempo.

De Clinton dicen que parte de sus problemas es su necesidad insaciable de estar activa. Colin Powell, el ex secretario de estado, contaba de ella que trabajaba “hasta la muerte”, lo que podría haber contribuido al desgaste. Pese a todo ese extenso recorrido, Clinton parece estar en una forma física razonable como para hacer realidad su sueño: llegar a la Casa Blanca.